Consulta #1

Hola, mi nombre es Micaela. Tengo 42 años y vivo en Bernal. Después de un periodo de celibato un poco voluntario y otro poco involuntario, comencé a contactarme con hombres con los que quiero tener sexo. Hay un tema recurrente: la dificultad para concretar un encuentro en el cual pueda decidir si finalmente deseo acostarme con ellos, ya que a la mayoría no los conozco en persona. Encontrar a alguien con quien tener sexo no sería el problema, el tema es que quiero tener sexo y divertirme, pasarla bien.

Estimada, 

¿Se trata de un problema de organización y logística? ¿O de un problema de seducción? Por un lado podrían mapearse los recursos existentes para que la concreción sea más probable: clubes de solos y solas, fiestas temáticas, bares con reputación de “levante”, clubes swingers y similares. Pero podrían agregarse además los recursos personales, las habilidades para iniciar una conversación y las estrategias para hacerle saber a un hombre que se encuentra disponible y accesible para un encuentro sexual. Corra el foco de consideraciones como la estética y el hecho de resultar “interesante”: he llegado a la conclusión de que no son factores determinantes. Despejados estos temitas que responden al ¿qué hacer? se manifiesta la pregunta del ¿cómo hacer? que revela la inmersión en el campo de la seducción. Comparto con usted algunos elementos.

Tiempo

Esta dimensión aparece de forma constante. El tiempo de espera, el tiempo prudente, la forma que adopta el tiempo. La perspicacia de las respuestas en un ida y vuelta tienen un componente de timing muy importante pero también el tiempo entre la conversación, la demostración de interés y la concreción del encuentro. Hay un tiempo que es aceptado y otro que no; un tiempo que parece no fluir y entorpecer la posibilidad real del cara a cara aunque se haya explicitado la voluntad de llevarlo a cabo.   

Expectativas

¿Qué esperar luego? Pareciera que este punto debe estar muy claro aún antes del encuentro ya que, de acuerdo a las expectativas que aparezcan, podría ser un impedimento para que aquel suceda. Los tiempos actuales sugieren que no se deben tener expectativas de ningún tipo y, ante la imposibilidad de este gesto, disimularlas podría ser una estrategia exitosa si con frecuencia no se leyera como desinterés o narcisismo. Explicitar las expectativas tampoco garantiza buenos resultados. ¿Es posible resolver esta cuestión antes de encontrarse en la intimidad con la otra persona? Después de todos estos años de experiencia me lo sigo preguntando.

Cuerpo

Sugiero que pienses el cuerpo en el sentido de entidad habitada, de extensión de la mente que proyecta y encarna intenciones. Mostrar con el cuerpo la posibilidad o las ganas de cercanía o intimidad pareciera ubicar un peligro, incluso una vulnerabilidad excesiva. El giro defensivo ante este hecho es replegarse al contacto o, al contrario, minimizar la importancia de ese espacio pequeño entre dos cuerpos y exagerar su presencia en gestos impersonales.

Autovigilancia

Observarse en tercera persona, vigilar los gestos o el juicio social puede generar una especie de vergüenza inhibitoria. La imposibilidad de desprenderse de la autovigilancia y la comparación con algunos cánones sociales, entendidos como indicadores de estar en control, podría ser otro factor que dificulte la concreción del encuentro sexual. 

Dejamos acá.

Si tenés una consulta para hacer, escribinos a contacto@vayainamag.com

La Licenciada Sarah Luisa Derbys tiene 65 años y un consultorio estallado de libros en Once, del que rara vez sale. Estudió peritaje mercantil, contaduría, psicología social y varias mancias que no practica. En los 90’s, comenzó a ofrecer orientación para enfrentar la vida y el boca en boca hizo lo propio. Su especialidad es la tirada de tarot sin cartas.


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