Hace días, Yamandú Orsi se convirtió en el primer presidente uruguayo nacido fuera de Montevideo. En un país de tradición unitaria, donde las tensiones entre la capital y el interior han moldeado el transcurso de la historia, no es un dato menor que quien se ponga la banda presidencial el 1 de marzo de 2025 sea un hombre nacido en el campo que, para ser una figura nacional, primero creció como líder local.
Los libros de texto han descrito al Uruguay, históricamente, como una “penillanura suavemente ondulada”. Esta caracterización, que da cuenta de su apacible geografía apenas interrumpida por serranías que por poco superan los 500 metros, también podría traducirse al clima social y político del país. El pasado 24 de noviembre tuvo lugar una nueva elección para elegir al próximo presidente de la República, y el civismo y la tranquilidad fueron la tónica de otra nueva jornada cívica.
La elección se presentaba, según las encuestadoras y los sondeos, como una de las más reñidas desde el retorno de la democracia, en 1985, sin poder predecir un claro ganador, más allá de la leve ventaja que tenía Yamandú Orsi. “Esto es voto a voto” se transformó en la frase más repetida por los comandos y los militantes tanto del Frente Amplio como del Partido Nacional: nadie se sabía ganador y los esfuerzos por pescar votos no podían mermar.

Pero además del escenario altamente competitivo, la oferta electoral presentaba a dos candidatos que colocaban el diálogo con la otra parte como su principal virtud. Nada de grietas o locas pasiones que, si bien es lo esperable en el sistema político uruguayo, parece cada vez más una rareza cuando se lo mira en perspectiva con los discursos crispados que afloran en la región.
A las 20:30hs, los medios anunciaron al unísono que había un ganador: Yamandú Orsi se llevaba la victoria con el 49,8% de los votos frente al 45,8% de Álvaro Delgado. El Frente Amplio conseguía su tan anhelado cuarto gobierno luego de 5 años fuera del poder. Una multitud jubilosa festejaba en la rambla montevideana, esperando que la fórmula Yamandú Orsi-Carolina Cosse saliera al escenario para enardecer más la alegría que rebosaba en la cara de los allí presentes.

A la historia que había empezado a forjar Tabaré Vázquez en 2004 y que José “Pepe” Mujica popularizó mundialmente, se le comenzó a sumar un nuevo capítulo en la noche abrumadoramente cálida del 24 de noviembre. El Frente Amplio, que había caído derrotado y perdido tras las elecciones de 2019, volvió reforzado y bajo un liderazgo que se encargó de entender el porqué de la derrota para reconstruirse y volver a buscar el poder. Y lo logró.
Orsi: de Canelones a todo el Uruguay
Orsi nació en una zona rural del departamento de Canelones, y a los 5 años se mudó a la capital departamental (homónima del departamento), donde estudió, trabajó y gobernó. Canelones, bastión del Partido Colorado, vio sus destinos cambiar cuando en 2005 el Frente Amplio se hizo del gobierno local. En esa administración, que pondría de pie a un departamento arrasado y endeudado, Orsi era el segundo en mando, actuando como secretario general, y allí comenzó a forjar el liderazgo que hace pocos días lo puso en la Presidencia de la República.
En 2015, Orsi asumió por primera vez la titularidad de la Intendencia de Canelones. Un departamento que dirigentes locales describen como “un país dentro de un país”, porque en su relativamente pequeña superficie concentra zonas muy urbanizadas, campo productivo, industria y playas. Quizás gobernar esta región del país sea una de las mejores escuelas.

De cara al balotaje del 2019, al que el Frente Amplio llegaba con menos del 39% de los votos, Orsi asumió como jefe de campaña de la fórmula Martínez-Villar, en una remontada de casi 8 puntos porcentuales que acortaron la diferencia con el victorioso Luis Lacalle Pou a tan solo 30.000 votos. Esta gesta apuntaló el nombre de Orsi en el tablero político nacional.
Eso y el sector al que pertenece: el Frente Amplio se compone por varios sectores y partidos que compiten institucionalizados bajo un mismo lema desde el año 1971. Orsi pertenece al Movimiento de Participación Popular (MPP), cuyo líder y principal figura es el ex presidente José “Pepe” Mujica. El MPP es, desde el año 2004, el sector que mejor vota a la interna del Frente Amplio; y en las elecciones generales de octubre —donde se conforma la integración del Parlamento—, cosechó más de 400.000 votos para convertirse en la lista más votada de la historia del país y con mejor performance electoral, desbancando a la lista 15 del Partido Colorado, que ocupaba ese lugar desde 1954.
Con Mujica como padrino, el nombre de Orsi no hizo más que crecer en estos cinco años del gobierno de Lacalle Pou y su Partido Nacional. En 2020 fue electo una vez más intendente de Canelones, y durante su segunda gestión se caracterizó por el diálogo constante con líderes locales de otros partidos en su departamento. Este activo fue utilizado por sus seguidores en la campaña de este año a la hora de ennumerar las razones por las que Yamandú era el mejor candidato.

El 1 de marzo de este año, dejó Canelones para saltar formalmente a la política nacional, en búsqueda de la Presidencia. No fue un camino fácil: a pocos días de lanzar su campaña con un acto en Montevideo, una denuncia por redes sociales, y posteriormente en Fiscalía, lo acusaba de haber tenido relaciones sexuales y violentado a una trabajadora sexual trans hace 10 años. Negado de manera rotunda desde un principio por el propio Orsi, la denuncia parecía estar premeditada milimétricamente, ya que prescribiría ni bien pasaran las elecciones internas y todas las personas que habían sido presuntos testigos habían fallecido. A principios de mayo, la Justicia desestimó el caso, condenando a quienes habían hecho pública la denuncia falsa. Si bien se había intentado menoscabar la imagen del candidato, Orsi y la campaña siguieron firmes.
Orsi ganó las elecciones internas —las primeras del calendario electoral uruguayo y las únicas de carácter no obligatorio—, con el 60% de los votos. Tal como había establecido la dirigencia del Frente Amplio, la fórmula sería integrada por el primero y el segundo de esa carrera electoral. Es por eso que, poco después de conocidos los resultados, Orsi y Carolina Cosse[1] se presentaban en sociedad como el candidato a la Presidencia y Vicepresidencia, respectivamente, por el Frente Amplio.
Con un fuerte acento canario[2], una risa bulliciosa y un sinfín de expresiones camperas, Orsi marca un mojón en las históricas dificultades que ha tenido el Frente Amplio para conectar y acarrear votos en el interior de Uruguay. En una campaña donde recorrió no solo las principales ciudades, sino también poblados y caseríos desparramados a lo largo y a lo ancho del mapa del país, las elecciones generales de octubre le dieron al Frente Amplio la victoria en 12 de los 19 departamentos[3] en los que se divide administrativamente Uruguay. Incluso se ganó por primera vez en bastiones del Partido Nacional, como Durazno o Tacuarembó.
Durante el último mes de campaña, de cara al balotaje, vieron a Orsi con una presencia mediática más fuerte y una performance clara y segura en el debate nacional. Con la militancia frenteamplista desplegada en el territorio en búsqueda de cada voto para conseguir la victoria, las tensiones y la incertidumbre no cesaron hasta la hora que los medios dieron al ganador. El Frente Amplio retuvo 5 departamentos: Montevideo y Canelones (dos bastiones), así como San José, Salto, y Paysandú; pero además, creció importantes puntos porcentuales en todo el interior, pasando del 43% de octubre al 49,8% en noviembre.

El país que se viene
El Uruguay de hoy ha cambiado con respecto al del 2019. Los principales desafíos para el nuevo gobierno son reimpulsar una economía estancada, con un país que crece en tasas muy lentas, y mejorar la seguridad, agravada en los últimos dos años, con la proliferación del narco en las zonas metropolitanas. A nivel parlamentario, el Frente cuenta solo con mayorías en la Cámara de Senadores (16/31) y deberá negociar en Diputados (tiene 48/99) para poder pasar leyes, presupuestos y demás.
Con un gabinete en construcción y una transición de poco más de tres meses, los analistas políticos comienzan a hacer sus predicciones sobre cómo será el cuarto capítulo del Frente Amplio en el poder. Solo el tiempo lo dirá, pero para seguir manteniendo la sociedad pacífica y hermanada que ha caracterizado al Uruguay en las últimas décadas, tal vez la palabra “diálogo” sea la clave.
[1] Ex intendenta de Montevideo (2020-2024), ex Ministra de Industria, Energía y Minería (2015-2019), ex presidenta de ANTEL (2010-2015).
[2] “Canario” es el gentilicio de los pobladores del departamento de Canelones.
[3] El Frente Amplio obtuvo el 43% de los votos en las elecciones generales de Octubre. En Uruguay, para ganar en primera vuelta, se debe conquistar el 50% + 1 voto; de lo contrario, se pasa a una segunda vuelta, conocida como “balotaje”.
Andrea Perilli nació en Uruguay y divide su tiempo entre la capital, Montevideo, y la costa de Canelones. Es Licenciada en Comunicación por la UdelaR y trabaja como asesora en comunicación política, especializándose en gobiernos locales y medios digitales. Ha realizado investigaciones sobre el discurso de los políticos en redes sociales y sus impactos en la sociedad







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