
Como con el erotismo y la pornografía, el límite entre Ilona y Cicciolina podría parecer sutil pero no lo es. Parafraseando a la propia Ilona “el primero moviliza la imaginación, el segundo es visual”. Para quien crea tener una idea clara de quién es Elena Anna Staller, más conocida como Ilona, o también Cicciolina, podrá reconsiderarlo después de esta entrevista. La ocasión para conversar con ella es la reedición de su libro Memorias: historia de un mito. El libro, con más de 230 páginas repletas de imágenes y notas biográficas curadas por la autora, es un retrato íntimo y personal que, una vez adquirido, se envía autografiado y con el sello de su beso. El deseo de la mujer en la vida real, Ilona, y el de su personaje, Cicciolina, es, de hecho, el mismo: siempre le ha gustado fantasear. Su mundo ideal podría describirse como de cuento de hadas, teñido de rosa, donde las personas son buenas, felices e iguales.

Al fin y al cabo, es cierto que en una mujer habitan muchos matices y, en su caso, son -mejor dicho, los que nos ha permitido conocer- modelo, cantante, actriz de películas para adultos, artista, conductora de radio, diputada, madre, escritora, idealista, vanguardista en cuanto a tendencias y hasta tapa de revista, junto a Francesco Vezzoli, para promocionar la muestra TV 70, Francesco Vezzoli mira la Rai, en Vogue Hombre de mayo de 2017.
Nosotras, las mujeres, le debemos una enseñanza importante sobre la libertad -la verdadera- y la determinación para pelear por aquello que amamos. Esto se puede ver y comprender a partir de su estilo, que es el tema con el que comienza esta entrevista, contada también a través de fotografías personales que Ilona ha decidido compartir con Vogue Italia.
La entrevista a Ilona Staller, de la corona de flores en el cabello a la importancia de una educación sexual seria.
La estética de su personaje, Cicciolina, es icónica. ¿Cuál es el origen?
Siempre me gustó usar prendas etéreas. La ropa común me quedaba bien, pero con esas me veía hermosísima. Para responder a tu pregunta tengo que viajar en el tiempo, a Budapest, cuando era adolescente. Ya por ese entonces trabajaba de modelo y frecuentaba boliches, me encantaba bailar. Los fines de semana iba a uno que se llamaba Metro Club. Mi primera pasión fueron los labiales, realzaban mi rostro y dejaban la marca de mis labios cuando daba un beso. A los 15 años empecé a tener una predilección por los sombreritos estilo reina Isabel. Los compraba en negocios o tiendas de segunda mano. Ahí encontraba modelos más originales, por ejemplo, con velo. Era casi la única chica que los usaba, me hacían sentir a gusto conmigo misma; obviamente los elegía en colores pastel, que nunca más dejé de usar, aunque hice alguna excepción con el negro. Al poco tiempo, empecé a usar zapatos de taco aguja, que en aquel entonces no era algo tan común como ahora. Me acuerdo que se los robaba a mi mamá, los usaba para caminar dentro de casa a pesar de que me quedaban grandes, mientras me repetía a mi misma que cuando fuera adulta usaría tacos siempre.

Iniciaste tu carrera de modelo muy joven. ¿Así fue como llegaste a Italia?
Sí. Empecé alrededor de los 14 años, trabajaba para la MTI, que era la agencia de modelos más importante de Hungría. Ya entonces tenía la fantasía de viajar: soñaba con descubrir qué había más allá de mi país, trabajar por el mundo; solo que cuando llegué a Italia, mi primera parada, donde debería haberme quedado poco tiempo, me enamoré. En esa época, 1971, los italianos eran muy alegres.
De Milán me mudé a Roma, la gente era acogedora, colorida, en definitiva, sabían divertirse. Y aunque soñaba con los Estados Unidos, me quedé, precisamente porque el Bello País me llamó gratamente la atención.
Al poco tiempo conociste a Riccardo Schicchi y fundaron juntos Diva Futura…
Sí, nos conocimos en 1974 y en cuestión de meses co-fundamos la agencia. Recuerdo cuando empezó todo, íbamos en un auto suyo todo destartalado que se frenaba en el medio de la calle y yo tenía miedo de hacer viajes largos. Íbamos seguido a Nápoles porque teníamos contrato con una radio de allí y tardábamos más de cinco horas en llegar. Le dije “tenemos que hacer plata para que puedas comprar uno nuevo”.
¿Y usted qué se compró?
Un penthouse, todavía lo tengo. Mis padres me dijeron que separara dinero para ahorrar, pero en mi cabeza yo sabía que íbamos a ganar más y así fue.

¿Cómo nace la idea de Diva Futura?
Queríamos crear una agencia al estilo americano de Saranno Famous, pero de una manera diferente e innovadora. Nos llegaron grandes talentos, sobre todo femeninos, desde Moana Pozzi hasta Ursula Davis.
¿Y el nombre Cicciolina cómo surge?
En el 1975, cuando trabajaba en Radio Luna, apodaba a todos los oyentes “ciccini” y “ciccine”. Era mi manera de decirles «amor» pero no sonaba bien. Un día me salió “cicciolini” y “ciccioline” y así la gente me empezó a decir «Cicciolina».
No podemos dejar de mencionar su famosa corona de flores. ¿Recuerda la primera vez que la usó?
Claro, es una linda historia. Corría el 1974 y yo estaba en el centro de Roma, ya me encantaba usar ropa etérea, con velos, y todo lo reminescente de lo onírico y lo surrealista. Mi inspiración eran las fotografías de David Hamilton. Fui a hacer shopping, a buscar nuevas ideas, y entré en Rinascente. Tenían exhibido una especie de hilo con flores de colores en el centro y una cinta al costado. Instintivamente lo até en mi frente, alrededor de mi cabello, y la vendedora me dijo «no, esto hay que llevarlo alrededor del cuello o de la muñeca». Pero me gustaba así, realzaba mi rostro y mi cabello rubio, largo y suelto, nunca más me lo volví a quitar, se convirtió en mi estilo característico. En retrospectiva, tal vez debería haber registrado los derechos de autor de esa corona (risas).


Además usted no usaba solo coronitas de flores…
No, también de mostacillas. Tenía un corsé con flores y unas alas de mariposa color rosa. Me gustaba inspirarme en la naturaleza. En mis espectáculos, en la transmisión de C’era Due Volte, entraba en escena una ensoñación: había burbujas de jabón, me bañaba en pétalos de rosa, cantaba mis canciones con la boa Pito Pito en el cuello y la cama tenía forma de corazón. Adoraba al escenógrafo con el que trabajaba: Enzo Trapani era fantástico, nadie supo darle forma escénica a mi surrealismo como él.
¿Y los osos de peluche?
También estaban de moda.

(Photo by AFP)
Luego vino la época del encaje…
Cuando fui a Los Ángeles a filmar una película, me acuerdo que entré en una boutique que era de Madonna. Vendían cosas maravillosas, me gustaba todo lo que veía: medias de red bordadas con encaje, corsés, prendas ceñidas en las caderas, todo me quedaba bien. Yo era menuda, con pechos pequeños y redondos, tipo copa de champagne. Había también unos tacos aguja transparentes que me volvían loca. En resumen, volví a Italia con una valija llena de cosas porque no sabía cuándo volvería a Los Ángeles.
¿Conserva todavía esas prendas y, en general, su guardarropas de aquella época?
Sí, en parte, aunque a veces me digan que las cosas del pasado hay que dejarlas atrás. Tengo tantos conjuntos y accesorios lindos que sería una pena tirarlos. Algunas cosas las vendo en mi página web.

¿Su libro también lo vende exclusivamente online?
Sí, acabo de reeditarlo y lo vendo a todo el mundo en el sitio cicciolinaonline.com. Antes de enviarlo lo firmo y lo personalizo con un beso, dejando la marca del labial.

¿De qué color?
Rosa fuerte y rojo fuego. Son mis dos tonos favoritos, desde chiquita.
Volviendo a la moda, su estilo se mantiene vigente. ¿Cómo se siente al ver a las chicas en los videos de Tik-Tok decir que es tendencia, por ejemplo, el corset con encaje o el fairycore, sabiendo que usted fue pionera?
Me pone contenta, siempre digo que mi estilo entre los años setenta y noventa ha sido fuente de inspiración continua. No hace falta más que ver a Lady Gaga, lo que lleva puesto lo usaba yo hace décadas.
Incluso sus looks de la era parlamentaria eran estupendos. ¿Los ideaba usted?
El primer día entré al Parlamento con la bandera de Estados Unidos. Un chico me ayudaba a pensar qué ponerme, yo le daba las ideas y él me las hacía a la medida. Eran trajes realmente hermosos que transmitían mi mensaje. Siempre he sido feminista y siempre he dicho «el cuerpo es mío, yo lo manejo».


El vestido con el que se casó está entre las tendencias más actuales. Pero estaba muy tapada…
Pensé que Jeff Koons, aunque tenía ideas muy innovadoras, podría enfadarse el día de nuestro casamiento si yo aparecía con un vestido de encaje y corset o mostrando los pechos.
Es decir, ¿una elección más por su marido que por la opinión pública?
Sí, por mi marido: ya mucho antes de conocer a Koons había dejado de ser una estrella porno, ni fotos, ni videos ni nada. Tuvimos un matrimonio de dos años y medio durante el cual vivimos en Nueva York y tuvimos, en 1992, a nuestro hijo Ludwig, un chico fantástico que actualmente vive y trabaja en Estados Unidos, en el mundo del arte contemporáneo.

¿Qué consejo le daría a los jóvenes de hoy?
Hay poco para aconsejarles. Los jóvenes de hoy son muy evolucionados. Creo que no hay nada que revelarles. Cada uno, desde mi punto de vista, tiene que sentirse con la libertad de hacer lo que le parezca, mientras ese deseo esté motorizado por una fuerte pasión y conciencia. Eso sí, continúa habiendo desinformación sexual.
Cuando fue diputada le dio mucha importancia a la educación sexual. En su opinión, en Italia, ¿dónde estamos en este tema?
Falta información sobre sexualidad porque todavía hay chicas que no saben muchas cosas, por ejemplo sobre protección o cómo usar el preservativo, para no quedar embarazadas o para no contagiarse de enfermedades. Luego suceden los dramas: hay chicas jóvenes que quedan embarazadas y, para no avisar a sus padres de su estado, abortan o dan a luz al bebé en un baño. Hay que educar a los jóvenes al respecto.

¿Vio el discurso de Mickey Madison tras ganar el premio BAFTA por Anora, agradeciendo a las trabajadoras sexuales y afirmando que merecen respeto y dignidad?
Un buen discurso porque aborda el tema de un trabajo que no puede ser aniquilado. En aquel momento yo había presentado una veintena de propuestas legislativas, incluida la apertura de burdeles en Italia, para que las trabajadoras pudieran autogestionar la profesión; esas mujeres tienen la necesidad de ser cuidadas y protegidas. También había propuesto los parques del amor, seguros y divinos. También hice campaña en el municipio de Monza para ser intendenta y dije que Villa Reale debería convertirse en un burdel. Todos se escandalizaron pero yo dije «mirá, no es una mala idea, porque atraería turismo». Mi lucha por Italia fue y es “paz, amor y no guerra”, no necesitamos guerras sino paz y amor. Y sí, mucho sexo también.

Nota original: https://www.vogue.it/article/ilona-staller-look-cicciolina-libro-intervista
Traducción: Vicky Sosa Corrales
Vicky Sosa Corrales es licenciada en Ciencia Política y se especializa en comunicación política digital. Trabaja en Menta Comunicación, es asesora de imagen profesional y colabora en distintos medios. Creó y escribe en @realpolitichic. Junto a Paula Puebla es CEO de Vayaina Mag.







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