ENERO
miércoles 1
¡Qué raro! Aún no cobré y siempre sucede antes de que empiece el mes.
martes 7
Sigo sin cobrar. La fundación cierra todo enero. No me puedo comunicar con nadie de Recursos Humanos. Tampoco aparece mi recibo de sueldo de diciembre en el sistema. Qué extraño. Les escribo un mail. Confío en que, cuando, en febrero, se retomen las actividades, me contestarán.
Se me ocurre escribirle al banco para preguntarle si la mía dejó de ser cuenta sueldo. Me dicen que no hay cambios.
viernes 10
Tengo unos pequeños ahorros que empiezo a desandar. Uso un poco para pagar el alquiler y las cuentas. Todo el mundo me dice: “después se verá cómo comés”.

lunes 13
A esta altura me doy por despedida. Los fantasmas están demasiado frescos. En diciembre de 2023 no había ninguna autoridad en el ministerio que firmara mi evaluación anual. Se habían ido todos (todos los compañeros). Me lo comunicó una secretaria copada, que también estaba de salida. Los de Recursos Humanos no tenían información o no querían darla. Yo decidí que no era ético cobrar sin trabajar y no facturé más. Igual, una mañana me llamaron “ñoqui” por teléfono y discontinuaron mi contrato.
Por suerte tenía el trabajo que me había dado G., siempre preocupado por mi futuro, y, también, creo, agradecido por el trabajo que habíamos hecho con su novela. Me llevó a su espacio de laburo y empezamos con el talón de Aquiles porque si hay algo que no puedo y nunca pude es trabajar en una oficina. Me angustio. Dejo de comer. No puedo dormir. Tiemblo. Yo ya lo sabía. Hice el intento por él.
A la semana, volviendo a la oficina después de dar taller en un penal, una crisis de angustia me estalló en la cara. Por fin, pude comprenderlo: algunos no entrarían en una villa, en un refugio de mujeres, en una casa de abrigo o en una cárcel, yo puedo hacer eso sin problemas. No puedo, en cambio, sentarme detrás de un escritorio.
G., que si algo sabía era armar equipos increíbles, lo entendió enseguida, y me dejó trabajar desde casa. Veníamos de laburar codo a codo y el tiempo nos jugaba en contra. Cuando estuvo mal, hubo veces que sólo me limitaba a sostenerle la mano hasta que se le pasara el malestar.
martes 14
Gracias a uno de los chicos de The Walking Conurban, que es vecino, llego a contactar a alguien de cultura del municipio en el que estoy viviendo desde hace unos meses. Me recibe con una bienvenida. Nadie hasta ahora lo había hecho. Además, dice, fui muy concreta en mi mensaje. Yo ya ni recuerdo qué le escribí. Se queda encantado conmigo, pero advierte: hay poca plata. No importa. Todo suma. Los talleres recién empiezan en abril. Me pide que le escriba los programas y los detalle. Se los mando. Hay que esperar.
miércoles 15
Insomnio. Algo que jamás me había pasado. Ya llevo varias noches así. Decido dar de baja a la prepaga. No puedo pagarla. Una mediopelo que había contratado cuando tuve que dejar Medicus, por la inflación y los precios descontrolados. Por primera vez, en mi vida no tengo cobertura médica. Por favor, que no me pase nada.
jueves 16
Estoy desesperada. No sé cómo voy a hacer. Sin plata. Ya no almuerzo. Del desayuno paso directo a la merienda. Decido, por esta vez, vender poemas personalizados por Instagram. Funciona. Es un changüí. Aprovecho y compro un poco de la fruta que está más barata.
viernes 17
Cuido a mis sobrinos varios días. A cambio, mi hermano me compra 2 kilos de carne, que porciono y frizo. Espero me alcancen para 2 meses. Si antes era austera, ahora estoy híperaustera.
sábado 18
El año pasado me quedé sin techo y con 42 años tuve que salir a buscar un alquiler por primera vez en mi vida. Un descoloque. Me mudé a 17 km de CABA. Firmé el contrato un rato después de que me avisaran que G. se había muerto. No hubiese podido hacerlo sin la garantía de mi hermano y sin el recibo de sueldo del trabajo con G.

domingo 19
Todos me dicen que tengo que reinventarme. La sensación es que no hay demasiado margen y, también, que ya lo hice. Por ejemplo, cuando sepulté el periodismo para volcarme a la literatura y, después, cuando a la literatura la combiné con los talleres para poblaciones en situación de vulnerabilidad. O ese periodo en que sacaba 20 remeras bordadas a mano por semana. O los últimos 4 años que dediqué a investigar gestiones de salud. Esto me agarra a los 42. Estoy más vieja. No sé si quiero reinventarme otra vez.
lunes 20
Por suerte, tengo el taller y los recorridos en el museo. ¡Qué sería sin eso! El año pasado, cuando buscaba desesperada un alquiler, bromeábamos con una de las autoridades: ese lugar que supo brindar abrigo material y espiritual para mujeres en situación de vulnerabilidad, lo sigue haciendo conmigo.
miércoles 22
M., con quién salí un par de veces, me escribe y me pregunta a qué dirección puede mandarme helado. Recibo un cuarto, como quien recibe un regalo muy preciado.
jueves 24
Por primera vez en mi vida tengo deudas. Con mi analista, que, por suerte, para mi bolsillo y, por desgracia, para mi psiquis, se toma un mes de vacaciones. También le debo a la tarjeta de crédito.
FEBRERO
lunes 3
Se comunican de Recursos Humanos de la fundación. No saben nada. Prometen averiguar.
viernes 7
Le escribo a T., un amigo que teníamos en común con G. Él es un empresario exitoso que vive en Europa. Tiene un viaje planeado a Buenos Aires por estos días y queremos vernos. No pudo venir al velorio de G., además está preocupado por mí. Yo quiero hablar con él porque supo emprender y construir desde la nada. Siento que me puede inspirar. Él me cuenta que pateó el viaje para más adelante. Qué tristeza.

domingo 9
M. me manda un cuarto de helado, otra vez. “Un mimo, a la distancia, entre tanta cosa ingrata”, escribe.
lunes 11
Tengo una reunión nefasta en la fundación. Es oficial. Estoy desempleada. Qué difícil duelar a una figura pública, al hombre, pero también al gestor al que le están destruyendo el trabajo de su vida.
viernes 14
Mi hermano me trae una caja llena de productos para limpieza. Le digo que en cuanto pueda le pago. Me dice que no, que es por mis tareas de cuidado.
lunes 17
Vuelvo a echar mano de mis ahorros. ¿Qué voy a hacer cuando se me terminen?
Volver a vivir con mi madre sería la muerte. Mi muerte. Literal.
martes 18
Charlo con mi cuñada. Le cuento que hace rato ya que no sólo paso por debajo el molinete del tren, también, el del subte. No puede creerlo. “No es muy Codagnone”. Sabe que tenemos un superyo muy férreo en la familia. Sin embargo, los tiempos híper precarios implican medidas extraordinarias.
miércoles 19
Ya llené muchísimos formularios. Documentos. Currículums. Me presenté para productora de streaming, narradora oral, docente universitaria, asistente de aula, recepcionista de jardín de infantes, escritora de contenido, escritora CEO, periodista, community manager.
Nada.
Así como los algoritmos de las apps de citas no sirven, los de Linkedin, tampoco.
jueves 20
Mañana voy a almorzar con mis sobri y su comida preferida son las rabas. Gasto los últimos pesos que tengo en un cuarto de calamar y un poco de pescado para las dos. Es horrible no tener plata para hacerles mimos gastronómicos y materiales. Uno de mis placeres más grandes es comer rico.
lunes 24
Una de las poetas contemporáneas más geniales y grandes pide ayuda por Facebook. Cuenta que está pasando “HAMBRE”, así, con mayúsculas. Para no seguir pidiéndole plata a su familia, propone que le compremos un libro que se llama Canción de la derrota. Necesita juntar plata para pagar las expensas. Justo ella, que escribió, ese poema (en algún momento será clásico) que termina:
si en lo que resta no somos espléndidos,
si en lo que resta no somos quienes seríamos,
no damos con nuestro recuerdo del futuro,
no honramos aquella nostalgia del mañana;
si en lo que resta no nadamos hacia nosotros,
hacia aquellos que amábamos, hacia aquello en lo que devendríamos,
si en lo que resta no, entonces cuándo,
si no nosotros, entonces quién
nos consolará de estar tirados acá?

martes 25
Mi mamá, que está hace tres meses de vacaciones, me pregunta en cuánto anda el kilo de queso cremoso por acá. Le cuento que hace meses que no compro.
jueves 27
Una mujer me dejó sin techo. Otras mujeres me dejaron sin trabajo. Los hombres, en cambio, me sostienen con gestos amorosos.
MARZO
lunes 3
Vuelvo a análisis con culpa por la plata. Hablo de que no me puedo dormir haciendo cuentas. Calculo tiempos, distancias, plata, gastos, todo. El licenciado, rápido, interviene: Cálculos, dice, y resuena. Por primera vez, en mucho tiempo, me duermo fácil, sin hacer cuentas.
martes 4
Sueño que tengo que resolver un cálculo. Es una especie de ecuación, que también puede traducirse en palabras, que ya no recuerdo. Está mi papá, por si necesito ayuda. También hay una niña. A pesar de que en lo diurno lo matemático me angustia, es un sueño luminoso, voy a lograr resolver la cuenta. Despierto feliz, volvió mi analista y sigue la transferencia. No tengo que dejar análisis.
miércoles 5
Tampoco compro carne, leche, crema, manteca, frutas y verduras.
jueves 13
Este gobierno vino a destruir el tejido científico-tecnológico-artístico-cultural y está ganando la guerra. Ando muy triste.
lunes 17
Me escribe un poeta pidiéndome plata. Hace días que no come. No puedo darle. Además, me entero de que otra poeta intentó suicidarse. Qué difícil todo. Cuánto dolor.
martes 18
Empiezo a entrar a dar taller en un Penal en reemplazo de A.. Llevo dos paquetes de galletitas surtidas. No tardan ni dos minutos en terminarlas. Tienen más hambre que yo.
miércoles 19
Consulto con la gente de cultura del municipio en qué andan los talleres. Cuándo puedo empezar. Les cuento que ya fui a ver el espacio. Me bicicletean.
M. me vuelve a mandar helado. Esta vez no me avisa y le digo al delivery: “pero yo no pedí”, mientras lo digo, se me ocurre que me lo debe haber mandado él y bajo a recibirlo. El cuartito me va a durar varios días.
lunes 24
Voy a la verdulería. Sólo compro un kilo de mandarinas y pido unas ramas de apio. M., mi último novio, me lee en X, y me manda un poco de plata.
viernes 28

Estoy comiendo poco y mal. Por primera vez en mi vida, siento hambre. De ese hambre que no se va aunque comas. Del que te hace doler la panza. O se te instala en las costillas. Además, estoy cansada y, en parte, es por la mala alimentación.
sábado 29
No puedo seguir así. Así que decido juntar un poco de plata y comprarme medio kilo de tapa de asado y medio chorizo. Como bien y me sacio, por primera vez en un par de semanas.
ABRIL
miércoles 2
Pasé las últimas semanas llenando formularios y mandando currículums. Nada. Es desesperante. Frustrante. Estoy harta. A fin de mes se termina el taller de bordado y no sé cómo voy a pagar el alquiler de junio. ¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer?
jueves 3
Tengo el pensamiento colonizado por la pobreza. Estoy tomada completamente. No paro de pensar en términos de costos, valores, precios, si puedo o no puedo. Hasta sueño que lleno una botella de whisky bueno con whisky barato. La pobreza llegó a lo onírico. Debería ser un límite.
viernes 4
Extraño vivir en CABA. Nunca me gustó el acto de viajar y ahora es tomarme tren y subtes y colectivos.
domingo 6
Desclasada.
Desplazada.
Desempleada.
Desesperada.
Desesperanzada.
lunes 7
Hago una torta para los muchachos del penal. Les gusta el gesto. Les hace ganar más confianza. Hablamos de comerla con dulce de leche y me dicen que entre los muros se trata de un tesoro escaso. No importa si tenga plata o no. Cómo sea, la próxima les llevo unos potes.
martes 8
Se suben dos guardias al tren y me multan por haber saltado los molinetes. En otro momento de mi vida una cosa así significaría la peor mancha. Se hubieran despertado los tentáculos del super yo. Sin embargo, esta vez, me río y le pago la multa también al chico que viene en el asiento de al lado y no tiene efectivo. ¡Tuvo que venir la pobreza a domarme la estructura superyóica! En realidad, tal vez, ni siquiera se trata de eso. Quizá, es que ya nada tiene sentido.
miércoles 9
Publican la oferta de talleres del municipio. No están los míos. No es sorpresa. La gente de esa organización política siempre me caga cuando se trata de trabajo.
jueves 10
Antes del recorrido en el museo me siento en mi restorán preferido. La maître me hace gesto de “¿lo de siempre, un cortado chico?” y yo le digo que esta vez también voy a comer algo. Me pido un semifredo de pistachos. Sé que está mal, muy mal para mis finanzas, pero necesito algún tipo de placer.
lunes 14
Ando tan, pero tan sensible, que me visto y siento que la ropa me raspa, me roza, me lastima. Además, necesitaría bajarle el volumen al mundo. Las imágenes que veo en el tren me dañan.
martes 15
Qué desesperación. No aparece nada. ¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer?
Flor Codagnone nació en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en 1982. Se licenció con honores en Periodismo por la Universidad del Salvador. Es poeta y performer. Se dedica a la divulgación de poesía. Ha publicado una decena de libros. Insiste. Insiste. Insiste.







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