El lunes por la noche Cristina Kirchner (incluir el apellido es una mera formalidad para un nombre que ya tiene dueña) se presentó en los estudios de C5N, donde la gente se agolpaba a saludarla, para concederle una entrevista al Gato Sylvestre.

A esta altura, nos guste o no, sus apariciones son siempre las de una rockstar: esperadas, con imponente presencia escénica, una planificada elección de vestuario y comentadas con pasión a través de las redes sociales. 

Corta: hizo 8 puntos de rating y congregó 140 mil personas en Youtube.

Aunque muchos digan que ya les es indiferente, renieguen de las viejas melodías y le pidan nuevas canciones (¿siempre fuimos tan poetas para hablar de política?), ni el más despechado puede permanecer impasible ante Cristina. Otros, tal vez aferrados al pragmatismo y renovados en sus esperanzas gracias a la resurrección pochoclera de El Eternauta, creen que lo viejo funciona. Bien. Esa es la tensión identificable a nivel superficial. Modernidad y renovación versus pasado y nostalgia. Pero todos sabemos que, como en un iceberg, hay mucho más debajo, algo profundo que produce urticaria, molestia, incomodidad: la vagina que manda y ordena. Y Cristina no tiene problemas para decirlo. Aunque de una forma mucho más elegante, claro. Como tampoco tiene problemas para ponerse lo que se le cante y puede, así, un día, hacer cosplay de Manuel Belgrano, otro día ponerse una calza (¡escándalo!) y otro combinar jean con jean. Hace lo que quiere. Y eso siempre jode.

Ayer pudimos verla con un traje de satén color verde lima y una polera marrón debajo. Verde con marrón. Una combinación terrenal. Podríamos decir, esteparia. 

Personalmente amo el marrón para la vida y lo detesto para la televisión, donde me da opacidad, derrota y caca. Y si no, pregúntenle al que se batió a duelo con Berlusconi en el primer debate político televisivo de Italia a principios de los noventa y, al día de hoy, es recordado por el penoso traje marrón soviético que usó. Obvio perdió. Pobre Occhetto.

Pero Cristina no es tonta y algo quiso decir con su elección (aunque no lo haya hecho a consciencia; no hace falta que me explaye sobre las bondades del psicoanálisis). El color no es solo el color. La forma en la que los colores se combinan es una parte fundamental del mensaje y de su percepción. Sí, los looks monocromáticos nunca pasan de moda (y sí, estilizan y dan clase), pero la vida, el mundo -si tenemos la suerte de tener la salud para observarlo-, es una combinación infinita de colores. A su vez, los efectos del color son de distinto tipo: una cosa es lo que un color representa, así, en términos generales, y otra, es el impacto (subjetivo) que tiene en las personas.

Vuelvo: la combinación de colores de Cristina de ayer es terrenal y telúrica. Marrón y verde. Es la fuerza de la tierra, de la naturaleza, contra las fuerzas del cielo. Ante el delirio místico, echar raíces, volver a las bases, a la sensatez. Ante la locura, tener un cable a tierra. Volar bajito, al ras del suelo. No se le caen los anillos, están a la vista, junto al rosario y el reloj. Bajar. Ser terrenal es saber que si hace falta pasar de una doble presidencia a una diputación, se hace.

A ella le piden humildad. 

El amor por lo propio, por nuestras raíces, por la Patria también se juegan en esa combinación cromática cálida. Tierra. Madera. Cuero. Tradición. Lo artesanal. Es El Ombú que hace sombra y señaliza los territorios en el paisaje pampeano.

El verde siempre es esperanza, regeneración. Lo que crece. Es respeto por el entorno. Una renovación desde lo simple. Sin embargo, el elegido es un verde lima: vibrante, eléctrico, ácido. Joven. BRAT. O sea, impertinente, atrevido, rupturista. El brillo no solo aparece en el tono, sino también en la tela.

Del traje en sí se ha dicho de todo, que es una vestimenta de poder, que habla de un lado masculino y hace las veces de armadura. Pero ¿qué prenda no lo es? Lo que me gustaría agregar es que en la última Gala del Met, que era precisamente sobre los trajes típicos vinculados al dandismo negro, Madonna apareció con un traje blanco satinado de la marca Tom Ford. Las vibes eran full Cristina, como lo señalé oportunamente en mi cuenta de X.

En los últimos días, fue noticia la ex primer ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, a raíz de la publicación de sus memorias tituladas «Un tipo distinto de poder» (A Different Kind of Power), donde se explaya sobre la empatía y la amabilidad como dos cualidades necesarias para liderar en un mundo que se evidencia cada día más cruel. Ardern defiende esta idea con firmeza ante quienes sostienen que la suya es una visión ingenua y cándida de la política que impulsa la debilidad. Todas características asociadas a lo femenino y que de alguna manera van en contra de cierto mandato feminista de empoderamiento. No llores, vestite de traje y corbata, subite a un Lamborghini (rosa, eso sí) y, si podés, ponete un prótesis peneana también.

Para la entrevista que hizo con el NY Times y salió este martes, Jacinda vistió un traje verde inglés con una remera blanca de algodón debajo.

El mismo día, Arnold Schwarzenegger que tiene una claridad para comunicar que más de un político desearía, hizo una publicación en sus redes sociales donde se lo ve vestido con un blazer verde y caminando junto a Tony Blair. ¿La ocasión? La Cumbre Mundial Austríaca, una conferencia internacional anual centrada en la acción climática y el desarrollo sostenible, iniciativa del propio actor que se despachó de esta manera en su Instagram: «Mi mensaje fue simple: lamentarse y estar constantemente en redes consumiendo malas noticias no va a resolver el tema de la contaminación. Hay que ponerse a trabajar. Cada uno de ustedes tiene el poder de ser un héroe cada día. Las ciudades, los estados, las empresas, las universidades, los individuos, todos tienen poder. No se quejen de lo que otras personas o políticos con los que no concuerdan hacen. Pónganse a trabajar. Tienen el poder».

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Vicky Sosa Corrales es licenciada en Ciencia Política y trabaja en comunicación. Es asesora de imagen profesional y colabora en distintos medios. Creó y escribe el blog de moda y política @realpolitichic. Junto a Paula Puebla es CEO de Vayaina Mag.


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