¿Alguna vez te preguntaste por qué los talles de ropa no funcionan para la mayoría?¿Y por qué a pesar de tener la Ley de talles (27.521) de Sistema Único Normalizado de Identificación de Talles de Indumentaria (Suniti) promulgada en Argentina, todos los que sabemos algo del tema, entendemos que es un parche y no una solución definitiva?

La respuesta a estos interrogantes se resume en que vivimos en una era donde el provisorio definitivo le sirve a un sistema de sobreproducción que fabrica prendas a partir de proporciones matemáticas basadas en medidas anatómicas limitadas influenciadas por conceptos de supremacía raciales, sociales y capacitistas para que se pueda manufacturar más de lo que se puede consumir en una vida, a base de materiales que destruyen la salud de los organismos vivos y al planeta que, en general, son obtenidos sin medir las consecuencias de extraer recursos finitos sin límites. Vamos a desglosar esto por partes, pero sepan que la raíz principal se reduce al bastardeo de una frase conocida: “Es de conocimiento científico”.

Gran parte del problema que hoy tenemos con los talles tiene origen en el siglo XVIII y XIX, cuando las teorías de Linneo y Cuvier sobre el orden biológico, junto con el establecimiento de los sistemas métricos y el auge de la revolución industrial en medio de la expansión imperialista anglo-francesa, redujo la condición humana de la mayoría a un estándar que ni siquiera muchos cuerpos europeos pueden alcanzar, para determinar escalas de superioridad dentro de la especie humana. Por lo que no es de extrañar que, durante las primeras décadas del siglo XIX, los sastres, ya acostumbrados a usar geometría y aritmética para crear patrones de indumentaria, empezarán a comercializar sus manuales de confección con talles “científicamente estandarizados” para crear prendas al estilo anglo-francés.

Sin embargo, no fue hasta principio del siglo XX, luego del surgimiento de las tiendas departamentales, los patrones por catálogo, el arribo de la máquina de coser y, especialmente, las ideas de eugenesia que empiezan a alimentar los nacionalismos y políticas de estado, que la moda estandarizada y prendas cada vez más masculinizadas y elitistas se empiezan a colar en las prendas femeninas de clase trabajadora para adultas, haciendo cada vez más conflictivo el acceso. Hay que tener en cuenta que la mayoría de la ropa era hecha a medida hasta principios del siglo XX y la ropa de segunda mano tiene detalles de cierre que no discriminaba tanto los cuerpos. Pero no fue hasta el arribo del pret a porter y el sobreconsumo dirigido especialmente a la juventud, que el ideal femenino se redujo a una silueta adolescente en gran parte del mercado ahora globalizado y los términos de cuerpo, silueta y talle empezaron a ser sinónimo cuando jamás pueden serlo.

El gran secreto a voces que todos los que trabajamos en indumentaria y que conocemos su historia sabemos, es que no se supone que los talles funcionen para todos, especialmente con el tipo de ropa que usamos hoy, porque aunque la ropa no tiene género, siempre debe tener en cuenta como mínimo la genitalidad, la edad y la capacidad física del usuario. Esto nos lleva a la disyuntiva moderna: muchos alegan querer un mundo diverso, pero nadie quiere aceptar que no toda prenda aplica a su cuerpo y que para incorporar la diversidad corporal es necesario aplicar detalles constructivos para esa clase de cuerpo, más allá de la percepción personal o social. El buen calce de la prenda y el control de los costos para hacer un producto accesible para la mayoría jamás puede ignorar el cuerpo, los avíos y la tela correcta. Los talles no están hechos para que te clasifiques, sino para estandarizar un negocio y así disminuir pérdidas, jamás se podrá adaptar a todas las siluetas a una sola curva completa de talles.

¿La Suniti podrá salvarnos? No lo creo, Rick. La ley intenta estandarizar a través de una tabla de talles una sociedad industrializada multiétnica escaneando a 13.276 personas en 20 ciudades de seis regiones de Argentina. Según el extracto del Estudio Antropométrico Argentino (EAAr), se utilizó la identidad de género, no de sexo, para agrupar en femineidades y masculinidades, y en la página 11 del informe, la muestra incluyó los géneros autopercibidos. Teniendo en cuenta lo afirmado respecto de la importancia del cuerpo al crear indumentaria que realmente se adapte y la falta de clarificación en el informe, no sabría decirles las proporciones exactas de cuerpos con vulva y pene escaneados, por lo que esta información relevante que puede afectar la distribución de adiposidad y largos óseos especialmente en adultos, quizás sea aclarada cuando la Secretaría de Comercio publique los detalles completos de las tablas. Algo distintivo con respecto a otro estudio realizado en Brasil recientemente, es que solo parecen haber contemplado una sola silueta típica en Argentina, mientras que Brasil reportó tres variables.

De acuerdo a la EAAr, el 70 % de la muestra promedio de los cuerpos escaneados son personas de 20 a 49 años de nivel socioeconómico medio, lo que da como resultado las siguientes medidas: para las femeneidades, busto 99,8, cintura 86,1 y cadera 99,1, con una altura promedio de 161 cm; para las masculinidades, pecho 106,4, cintura 93,4 y cadera 97.6, con una altura Altura promedio de 173,8 cm.

Más allá de que un sistema estandarizado con los tipos de prendas que consideramos hoy de uso normal en la sociedad occidental, un sistema distribuido en todo el planeta que realmente no puede satisfacer a toda clase de público, es importante entender los conceptos de talles e intervalos que van a usarse en el Suniti.

Categorización vs Tejidos

Suniti y muchas otras reglamentaciones de tallas alrededor del mundo utilizan las medidas y las categorizaciones que determina la Organización Internacional de Normalización (ISO, por sus siglas en inglés) para crear las tablas que exploramos cuando compramos ropa. Esta entidad suele tener su homólogo en distintos países como el Instituto Argentino de Normalización y Certificación (IRAM) en Argentina, o la Sociedad Estadounidense para Pruebas y Materiales (ASTM, por sus siglas en inglés) en Estados Unidos.

La diferencia típica en estas normas no obligatorias es que en ciertos países las medidas se toman en centímetros y en otros se toman en pulgadas. Otro factor diferencial son los rangos entre talles, es decir, cuántos centímetros se suman entre cada talle. Esto es especialmente importante en ocasiones en que la figura supera ciertas cifras que suelen confundirse con sobrepeso cuando, en general, son frecuentemente señales de adultez. Los contornos del cuerpo expuestos en las tablas de tu marca favorita no siempre significa que la prenda te va a quedar bien, dado que cada prenda debe tener holguras específicas según el modelo y el tipo de tela.

¿Cómo te afecta a vos? La respuesta está en los dos sistemas en que solemos buscar nuestro cuerpo, muchas veces sin resultado. Por un lado, está el sistema numérico, es decir, cifras menores a 100 que suelen ser mitades o contornos enteros del cuerpo que se usan o deberían usarse para telas que no se estiran.

Por otro, está el sistema alfa de talles, la herramienta peor utilizada por la gran mayoría de la industria de la indumentaria mundial, que funciona agrupando cierta cantidad de talles numéricos dentro de una sola letra (S, M, L, XL). ¿Cuál es el problema del uso de esta categorización si la recomendación es su uso en telas que se estiran? Que al crear el patrón utilizan la medida de un solo cuerpo y como muchos abusan de la capacidad de estiramiento de esas telas, llegan a “colapsar” hasta ocho talles dentro de una sola letra, lo que hace imposible que el calce sea el correcto y la norma no lo limita.

La gran mayoría de los productores utiliza indiscriminadamente el sistema alfa en telas que no se estiran y lo hacen manipulando el drop que diferencia las siluetas femeninas y masculinas contemplando, de esta manera, una sola silueta. Resultado: la mayoría de la gente que no está dentro de las medidas “promedio”, por más que se haya hecho un estudio antropométrico, no tiene asegurado talle en ninguna marca que no quiera hacer ropa para más de una silueta, y la ley no prohíbe la manipulación de la cantidad de talles numéricos dentro del sistema alfa. Pueden seguir vendiendo prendas que probablemente no se van a ajustar a las siluetas o alturas por fuera del promedio.

Entonces, ¿quién podrá ayudarnos? La respuesta la tenés frente al espejo y siguiendo estos consejos que aplican para todas las personas y, en referencia al punto 1, aunque las personas trans pueden servirse de ellos, es importante que manejen su imagen de acuerdo a como se sientan cómodos. Por último, siempre antepongan los consejos de quienes más experiencia tengan en su comunidad.

1. Identificá tu silueta general, es decir, los puntos equidistantes entre hombros y caderas que forma tu tronco (en general hay 6 formas geométricas posibles) que podés obtener midiendo tu cuerpo. Si podés conocer tus proporciones verticales para aplicar el golden mean o justo medio, mejor.

2. Determiná tus objetivos al comprar ropa y si querés servirte de identificar tu estilo universal para enfocar tus compras o adquirir prendas que más te identifiquen, sería ideal.

3. Tomá en cuenta qué telas o tejidos preferís, aprende cuales son más saludables y duraderas para tu estilo de vida y objetivos.

4. Invertí en vos según tus gustos y no lo que te ofrece el influencer o incluso la semana de la moda. Tu trabajo no es cuidar de las fortunas ajenas, es vestirte y ser feliz con tus decisiones (y si no afectan tu futuro o el de personas vulnerables explotadas, mejor).

5. Aprendé a remendar tu ropa, las prendas tejidas son mejores que las “técnicas”, especialmente para uso diario (siempre que no sean parte de personal especializado, médico o de las fuerzas de seguridad). Recordá que tres tipos de puntadas, una aguja de modista, un carretel de hilo titulo 120 y un bastidor de 10 cm son un buen inicio de costurero personal.

6. La verdadera libertad no está solo en comprar, sino en crear y si tus prendas además te conectan con tu cultura, no sólo vas a tomar control de tu guardarropa, sino hasta podés tomar control de la narrativa que te dice “para vos acá no hay”.

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Alex Salvidea es asesora de Imagen egresada de Maison Aubele & el instituto CEFAI, entrenada bajo los estándares del AICI —organización global que establece estándares profesionales para los asesores y consultores de imagen, especializados en apariencia, comportamiento y comunicación. También hizo la carrera de Modistería tradicional con la que recrea piezas de moda histórica y vintage. Si quieren aprender más, recuerden que tienen lo que necesitan en Academia Estilo Odala.


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