Desde hace varios años hay un estallido de la llamada literatura del yo, de los biodramas y del teatro documental, donde el referente de esas historias es real, existe. Allí es la realidad la que modela la ficción, ya que eso “que pasó de verdad” es el referente directo de ese relato o de esa puesta en escena. También es notorio el enorme aumento en la producción de audiovisuales y su consumo del true crime. Todo aquello “basado en hechos reales” pareciera generar mucho más interés (¿o será morbo?) que la simple ficción. A eso se suman los documentales en primera persona que recurren a archivos personales como procedimiento narrativo. Lo que lleva a preguntarnos: ¿hay menos interés en la ficción “a secas”? En 1968, durante el Mayo Francés, una de las proclamas llamaba a “elevar la imaginación al poder”. Al tipear esas palabras —que siempre me sonaron muy gancheras, pero un tanto cursis— pienso que, en algún punto, esos estudiantes sospechaban que algo podía suceder: la pérdida de la capacidad de pensar otras realidades posibles.

Recientemente se estrenó Madre Ficción en el teatro Metropólitan, la nueva obra de Mariano Tenconi Blanco y la Compañía Teatro Futuro. Situada a mediados de los 90, un dramaturgo argentino recibe el encargo de escribir para la Comedia Nacional de Montevideo, pero pronto queda paralizado. Ni las referencias a Florencio Sánchez, Idea Vilariño o Juan Carlos Onetti lo ayudan: lo que lo frena no es la falta de ideas, sino el peso emocional de Uruguay, país ligado a la historia de su madre y su abuela, en otras palabras, a su origen. Con su nueva obra y más de una década y media de trabajo constante tanto en Argentina como en el exterior, Tenconi Blanco pareciera hacer un balance de su propio recorrido. Cabe pensar también que este año volvió a poner en escena —reescritura mediante y con nuevo elenco— su obra de 2012 Quiero decir te amo. En ese gesto ya podíamos encontrar una pista sobre el interés de este autor por revisitar su propio recorrido; por eso parece imposible no pensar este nuevo estreno como un diálogo con aquella primera obra, Montevideo, estrenada en 2010 en la sala El Extranjero. Allí, el mundo de la banda oriental, la revolución y el amor eran los ejes que sostenían el relato. También ya se encontraban muchos de los procedimientos habituales del trabajo de este director: la música como factor fundamental, los monólogos y esa mezcla entre humor y emotividad que produce un tono que, tal como dice el personaje de Valeria Lois en Madre Ficción, hace que la obra sea “de reír y de llorar”. De este modo, la nueva pieza indaga en el origen de su familia materna y, por ende, en el propio, mientras dialoga con sus inicios como autor y director, dejando en claro que todo relato de origen es una ficción y, como tal, puede reescribirse tantas veces como sea necesario.

Podemos pensar en Madre Ficción como una forma de acercarse a ese prolífico y heterogéneo género conocido como autoficción y todas sus derivas. Pero lo hace preguntándose: ¿cómo evitar caer en el hechizo — ese canto de la sirena—  que es la autoindulgencia? ¿Y, sobre todo, cómo hablar de la propia historia personal y artística y, a la vez, decir algo que vaya más allá de uno mismo?

Madre Ficción se presenta como una respuesta al apelar al dato y a lo biográfico, pero solo como un trampolín para que la ficción haga lo suyo, y sobre todo para erosionar los límites entre lo real y lo ficticio y así volverse un relato independiente, pero sobre todo un relato verdadero, más allá de su referente en la vida real.

En Quiero decir te amo, una de las protagonistas, hastiada, dice que “la realidad es peor que la imaginación”. Esa fe ciega en los mundos imaginados es lo que nos trae Madre Ficción: una obra que juega con elementos de la vida real del dramaturgo y director, pero que los pasa a través del poderío transformacional de la imaginación que alimenta las buenas ficciones. Es a través de una estética que juega con un grotesco contemporáneo, donde el exceso —que aparece tanto en ciertas marcas actorales como en el uso de pelucas que no intentan disimular que lo son, en personajes con acentos inventados y en besos de lengua al aire— que esta obra le permite a Tenconi Blanco elaborar su propio mito de origen. Pero es importante destacar que en ningún momento la puesta en escena deja de pensarse a sí misma y, de esa forma, da cuenta de lo que puede ser un proceso creativo.

En un momento de la obra, Carlos Butti, el dramaturgo protagonista, asediado por la imposibilidad de escribir para cumplir el encargo, dice que quiere escribir sobre lo que pasa en su país. Ese encargo fue real: Madre Ficción fue escrita y estrenada originalmente en el Teatro Solís. Allí, la obra plantea un debate estético que lleva décadas en la arena artístico-intelectual: ¿cuál es el vínculo del arte con la realidad? Incluso yendo más lejos, ¿puede el arte transformar el mundo? Probablemente eso no alcance por sí mismo, pero esta obra, como todas las obras de Tenconi Blanco, parece afirmar que la única manera de transformar la realidad es imaginando otras posibles, y para eso la mejor arma es la ficción.

Ficha Técnica:

Intérpretes: Diego Velazquez, Camila Peralta, Marcos Ferrante y Valeria Lois

Músicos en escena: Ian Shifres y Gonzalo Pérez Terranova

Música original: Ian Shifres

Coreografía: Jazmín Titiunik

Fotos: Sebastian Freire

Producción: Carolina Castro

Producción general: Comedia Nacional de Montevideo y Compañía Teatro Futuro

Dramaturgia y Dirección: Mariano Tenconi Blanco

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Vicky Murphy es @tubetabel en Instagram y X. Estudió y trabajó en cine. Es autora del libro de cocina Deconstruyendo el paladar. Actualmente está terminando la Licenciatura en Artes, dirige el cineclub @peliypicada y, obviamente, cocina bastante.


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