El próximo 2 de noviembre a las 11:30, en la Fundación Centro Psicoanalítico Argentino, el filósofo Diego Fusaro participará virtualmente de la presentación local de su nuevo libro El nuevo orden erótico. Elogio del amor y la familia, en diálogo con Eric Calcagno, Leandro Pinkler, José Grandinetti, Nicolás Mavrakis y Alejandro Lezama. Proclamando una simetría entre el avance de un capitalismo que, a fin de consolidarse sin fisuras, necesita “aniquilar tanto el elemento burgués, como el proletario” y un “nuevo orden amoroso” apoyado sobre la base del consumo, el de Fusaro es un trabajo que, como todos los de su autoría, marca un gran contraste con las últimas expresiones globales de la izquierda. 

Mano a mano con el italiano de 42 años, autodefinido como un “seguidor independiente de Hegel y Marx”, sorprende en su firme ánimo de sublevarse contra el capitalismo tardío, a través de la noble práctica de la filosofía.  

¿Podrías sintetizar la relación entre la globalización impuesta por el llamado Nuevo Orden Mundial y lo que denominás “un nuevo orden amoroso a su imagen y semejanza”?

El nuevo orden erótico no es más que el nuevo orden mundial de la globalización capitalista, traducido en el ámbito de la erótica y los sentimientos. La desregulación económica se convierte también en una de tipo erótico al desintegrar a la familia como vínculo estable y duradero e imponiendo la nueva figura del consumidor erótico pansexualista en busca únicamente del goce, entendido como el equivalente erótico del plusvalor económico. El nuevo orden erótico, tan intenso, no es otra cosa que el liberalismo aplicado a la esfera de las costumbres: el arco iris como símbolo del nuevo orden erótico no alude a otra cosa que a la individualización consumista trasladada al plano de la erótica, entendida como un simple espacio de goce para los individuos liberales libertarios desvinculados de toda idea de la ley y del tabú.

Para llegar a ser absoluto, planteás que el capitalismo debe “aniquilar tanto el elemento burgués, como el proletario”. ¿Podrías desarrollar esa idea?

Es el tema central de mis estudios Historia y conciencia del precariado y Mercatalia mínima. El viejo capitalismo se basaba en la dicotomía entre burguesía y proletariado: el turbocapitalismo desintegra esa dicotomía y produce, en lugar de la burguesía del proletariado, una nueva plebe posmoderna y resiliente. El proletariado tenía su propia conciencia de clase y su capacidad antagonista, al igual que la burguesía tenía su propia conciencia infeliz y un mundo de valores no todavía integrado en la mercantilización absoluta. Para hacerse absoluto y totalitario, el capitalismo debe superar la dicotomía de burguesía y proletariado ya que hoy la lucha de clases es entre una aristocracia financiera posburguesa en lo alto y una masa precarizada ya no más burguesa ni proletaria en lo bajo, una masa en la que han caído tanto el proletariado como la burguesía.

¿A qué llamás “principio de consumismo amoroso”?

A la idea hoy dominante según la cual el amor se resuelve en el simple goce y en la búsqueda de siempre nuevas ganancias eróticas para el consumidor líquido y posmoderno. El amor es el intento de realizarse en la relación con el otro, relación pensada para durar potencialmente en la eternidad. El consumismo erótico, en cambio, se basa en la lógica del do ut des est aplicada al goce: como Don Giovanni, el buen consumidor erótico hoy busca nuevos goces sin estabilizar nunca el amor en formas sólidas y proyectuales. Así como el liberalismo odia al Estado como principio capaz de regular el mercado, también el libertinismo detesta a la familia como espacio de regulación del amor.

Para desprestigiar a la familia y a las relaciones amorosas tradicionales, los celos enfermos del varón son un argumento muy repetido desde los feminismos. Tu libro aborda ese tema a partir de la tragedia de Otelo…

Los celos de Otelo representan la paradoja de un exceso en virtud del cual el amor se traslada al egoísmo posesivo, la figura dominante hoy en día en la época del capitalismo globalizado.

Para cerrar. ¿Cuáles son para vos las principales diferencias entre la izquierda clásica y la actual?

La izquierda roja de la hoz y el martillo defendía a la familia, como también se puede ver en los carteles políticos que todavía se usaban en los años cincuenta del siglo XX. La izquierda fucsia del arco iris resulta en cambio solamente la muleta de la globalización capitalista y de la clase dominante transnacional: desempeña una función sobre todo ideológica, deslegitimando a la familia como intrínsecamente patriarcal y homófoba, y favoreciendo la desregulación erótica. En un tiempo la izquierda desfilaba con los trabajadores y contra el imperialismo, hoy se exhibe radicalmente en los carros de los Pride entre pelucas de colores. Por eso la izquierda hoy es un fenómeno trash y es por eso que he acuñado la expresión sinistrash, que también es el título de un libro mío. El proceso de metamorfosis kafkiana de la izquierda empezó con el ’68, cuando las batallas proletarias y anticapitalistas fueron sustituidas por las batallas individualistas por los caprichos del consumo desde el sexo regulado al porro libre.

Nancy Giampaolo es periodista, guionista y docente. Colabora en medios gráficos y es columnista del suplemento cultural del Diario Perfil. Publicó Género y política en tiempos de globalismo (Nomos), Radiografía de la corrección política (Casagrande) y Feminismos, liberación o dependencia (GES). Co escribió el guión de la comedia Caida del cielo y, entre 2005 y 2013 hizo guiones periodísticos en la Televisión Pública. Desde 2021 lleva adelante El Lado C, un ciclo de entrevistas con Diego Capusotto en teatros de Argentina y otros países hispano parlantes.  


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Una respuesta a “Diego Fusaro: “El arco iris como símbolo del nuevo orden erótico no alude a otra cosa que a la individualización consumista””

  1. […] y por lo tanto, inseguridad identitaria y existencial. Justamente, para el filósofo italiano Diego Fusaro, la condición de precariedad es el primer paso hacia la soledad generalizada y el ermitañismo de […]

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